MILVIA CARDENAS
¿Qué es cultura
de la organización educativa?
Son muchas las acepciones que existen para
definir el concepto cultura de la organización educativa. Por lo general, se
refiere a aspectos de la vida y funcionamiento del centro escolar que no se
pueden percibir de forma precisa. Se trata del conjunto de supuestos, creencias, valores y normas no escritas que
subyace a lo que se piensa y se hace en la organización, así como su
materialización en artefactos, prácticas y relaciones entre sus miembros.
Dentro de cada centro escolar particular, la cultura
no es de un solo color. El tejido cultural de nuestras organizaciones
educativas no es ni suele ser igual: valores, creencias, supuestos y prácticas
no suelen ser compartidos ni apoyados por todos los integrantes de la
organización. Tampoco existe acuerdo con respecto a los modos de hacerlos ni en
las rutinas que conllevan. Es relativamente frecuente que nos encontremos con
inconsistencias e incluso, contradicciones en valores que orientan a los
miembros de la organización, y no es excepcional que personas y grupos tengan
experiencias diferentes (bastante heterogéneas) de la organización global. A
nadie se le escapa el papel que en ello desempeñan las dinámicas de poder ni el
hecho de que los conflictos, las diferencias y los desacuerdos a menudo son más
significativos para los miembros que los acuerdos, los consensos o lo que realmente
comparten en el centro escolar.
De modo que aunque hablamos de cultura de las
organizaciones educativas, esta utilización del singular no debe oscurecer la
presencia de diversidad de fines, planteamientos, tensiones, redes
relacionales, dinámicas y estructuras de poder. No debe hacernos ignorar que en
ellas circulan, a veces en alianza y otras veces en colisión, posturas,
concepciones, creencias, valores, intereses diferentes; no se pasará por
alto que además de una cultura que puede calificarse de “hegemónica” (mantenida
e impuesta por un equipo directivo, por ejemplo), coexisten otras configuraciones
cultivadas por grupos de miembros, cada una con sus creencias, normas y valores
específicos.
En definitiva, más que de cultura, en relación
con nuestras organizaciones educativas habríamos de hablar de culturas y de
subculturas, ligadas a miembros que la constituyen (culturas de alumnos, de
profesores, de directivos, de padres y madres, que tampoco son siempre
unitarias o compactas), a unidades formales (culturas departamentales, por
ejemplo), o a grupos informales de estudiantes, de padres y madres, de
docentes, por separado o en alianzas diversas, que mantienen, defienden y cultivan
su propio modo de entender y hacer organización. Hay, en síntesis, un mosaico
de culturas, alguna hegemónica, otras minoritarias, o incluso dominadas. La
organización es un proceso dinámico de alianzas y de conflictos entre estas
configuraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario