UNIVERSIDAD DE PANAMÁ
FACULTAD DE
CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
ESCUELA DE
DOCENCIA MEDIA DIVERSIFICADA
PROGRAMA DE
EDUCACIÓN DUAL, FLEXIBLE Y A DISTANCIA
ASIGNATURA:
Administración
de Centros Educativos
Profesora Luisa
Díaz
Trabajo
Grupal #2:
TEMA:
Cultura
y Subcultura Organizativas de los Centros
Educativos
Integrantes:
8-417-19
|
|
Arcia, Magda
|
4-199-835
|
Moreno, Dalys
|
4-199-97
|
Pérez, Ilka
|
7-104-166
|
Panamá, 2012
A.
Cultura
Podríamos entender por cultura
organizativa el conjunto de presunciones compartidas por los miembros de la
organización (teorías en uso o esquemas coherentes, compatibles y congruentes,
implícitos, marcados por las ideologías sociales y los intereses de los grupos
y coaliciones que forman y configuran la dinámica organizacional,),
manifestadas en comportamientos y artefactos culturales propios de la
organización (símbolos, mitos, ritos, leyendas, lenguajes, etc.), que realmente
orientan la conducta de los miembros de la organización y les permiten
percibir, concebir, sentir y juzgar las situaciones y relaciones de forma
estable y coherente dentro de esa organización".
Hoy día vuelve a ser un término de
actualidad, puesto que cada vez se habla más de la necesidad de generar culturas
participativas y colaborativas en el funcionamiento de las organizaciones si se
quiere que éstas realmente sean eficaces en la consecución de sus objetivos, en
momentos en que el trabajo en equipo y la coordinación de las distintas
funciones son elementos esenciales en una buena calidad del desarrollo
organizativo.
Parece que en todas partes y todos los
sectores hablan de cultura. Desde la administración educativa se habla de
fomentar una "cultura de la participación" en los centros educativos.
En los medios de comunicación social se insiste en educar al ciudadano en una
"cultura de la tolerancia". Pero, esos términos no son neutrales,
según quién lo defina y desde que orientación ideológica, el término
"cultura" adquiere un tinte totalmente diferente.
B.
¿Qué es cultura de la organización
educativa?
Son muchas las acepciones que existen para
definir el concepto cultura de la organización educativa. Por lo general, se
refiere a aspectos de la vida y funcionamiento del centro escolar que no se
pueden percibir de forma precisa. Se trata del conjunto de supuestos, creencias, valores y normas no escritas que
subyace a lo que se piensa y se hace en la organización, así como su
materialización en artefactos, prácticas y relaciones entre sus miembros.
Dentro de cada centro escolar particular, la cultura
no es de un solo color. El tejido cultural de nuestras organizaciones
educativas no es ni suele ser igual: valores, creencias, supuestos y prácticas
no suelen ser compartidos ni apoyados por todos los integrantes de la
organización. Tampoco existe acuerdo con respecto a los modos de hacerlos ni en
las rutinas que conllevan. Es relativamente frecuente que nos encontremos con
inconsistencias e incluso, contradicciones en valores que orientan a los
miembros de la organización, y no es excepcional que personas y grupos tengan
experiencias diferentes (bastante heterogéneas) de la organización global. A
nadie se le escapa el papel que en ello desempeñan las dinámicas de poder ni el
hecho de que los conflictos, las diferencias y los desacuerdos a menudo son más
significativos para los miembros que los acuerdos, los consensos o lo que
realmente comparten en el centro escolar.
De modo que aunque hablamos de cultura de las
organizaciones educativas, esta utilización del singular no debe oscurecer la
presencia de diversidad de fines, planteamientos, tensiones, redes
relacionales, dinámicas y estructuras de poder. No debe hacernos ignorar que en
ellas circulan, a veces en alianza y otras veces en colisión, posturas,
concepciones, creencias, valores, intereses diferentes; no se pasará por
alto que además de una cultura que puede calificarse de “hegemónica” (mantenida
e impuesta por un equipo directivo, por ejemplo), coexisten otras
configuraciones cultivadas por grupos de miembros, cada una con sus creencias,
normas y valores específicos.
En definitiva, más que de cultura,
en relación con nuestras organizaciones educativas habríamos de hablar de
culturas y de subculturas, ligadas a miembros que la constituyen (culturas de
alumnos, de profesores, de directivos, de padres y madres, que tampoco son
siempre unitarias o compactas), a unidades formales (culturas departamentales,
por ejemplo), o a grupos informales de estudiantes, de padres y madres, de
docentes, por separado o en alianzas diversas, que mantienen, defienden y
cultivan su propio modo de entender y hacer organización. Hay, en síntesis, un
mosaico de culturas, alguna hegemónica, otras minoritarias, o incluso
dominadas. La organización es un proceso dinámico de alianzas y de conflictos
entre estas configuraciones.
C.
Cultura
de las organizaciones
educativas
Una institución educativa es una realidad concreta, integrada por una comunidad educativa, así que toda la
acción debe efectuarse desde la consideración a la intervención interna y
externa. Los elementos que componen esos dos ámbitos y sus interacciones son
los que conforman las organizaciones educativas y la cultura organizativa del
centro. Las instituciones educativas
puede ser vista en un aspecto
bidimensional (de acuerdo a su diseño, espacio y todo lo relacionado con
ellas), el superficial, formal que se refiere a lo administrativo-legal y el
profundo, dinámico, real, interno que define la esencia misma de la vida de la
institución y la cultura escolar, nos permite advertir los aspectos tales como
el clima escolar.
En la organización educativa un
objetivo se transforma en una misión (que va ofrecerle a la sociedad, enseguida
se definen los valores, creencias y sus principios y que estos marcaran su tipo
de cultura. Se deben establecer
mecanismos de operación de organización, es decir cómo se van a lograr los
objetivos, que nos llevara a definir
estrategias, con que técnicas, métodos, recursos contamos y los métodos a
utilizar. Tenemos que tener en cuenta que en la Educación Primaria, la cultura
es muy diferente a la Educación Secundaria.
D.
Cultura
y subcultura organizativas del centro educativos ( a nivel básico Premedia y
media)
El
conocimiento de la cultura y subcultura en centros educativos y del
profesorado, como miembro de una comunidad que aprende, ha de ser consciente de
implementar cambios.
Los cambios educativos pueden afectar lo que ocurre en el aula y lo que aprenden los alumnos, alterando la
cultura escolar existente. Estos cambios deben generarse desde dentro y
capacitar al núcleo para desarrollar su propia cultura innovadora, incidiendo
en la estructura organizativa y laboral, al rediseñar los roles, potenciar la toma
de decisiones y el desarrollo institucional, implicando al profesorado en un
análisis reflexivo permanente en contextos de colaboración.
Los modelos de cultura y sub cultura de los
centro educativos están compuestos por seis elementos (Eficacia Docente,
Colaboración / Reconocimiento, Planificación / Visión Compartida, Liderazgo
Transformación, Colegio y Desarrollo Profesional) estos elementos proponen que
la cultura es el resultado del desarrollo de cada uno de ellos. Se asume que en
diferentes culturas o, en diferentes momentos de la misma cultura, se puede
detectar una variación en el grado de desarrollo de dichos elementos.
Estos elementos bien utilizados ayudan a identificar dos estilos culturales: transformacional y transaccional. Durante los últimos años hemos escuchado de una larga luchas y etapa de reformas del sistema escolar cuyo fin no ha llegado al éxito esperado ya que tanto los centros escolares como los profesores, ambos eludidos por la reforma del sistema educativo, se convierten ahora en los núcleos de la transformación.
El cambio educativo, no es un simple problema técnico,
sino un asunto cultural que requiere prestar atención a la cultura organizativa
escolar, como factor resistente al cambio, pero también que sin el cambio
cultural (de los significados compartidos en el centro escolar, como unidad
básica del cambio) éste no ocurrirá (es decir, no se institucionalizará). En
una célebre metáfora la cultura organizativa de la escuela es, al tiempo, la
mayor barrera
para el cambio y, por ello, el mejor puente para su
mejora
E. Culturas Profesionales en la Enseñanza
Con un cambio de visión y se podría decir que hasta de
cultura se ha comenzado a comprender, que el centro escolar es una organización
peculiar con una cultura propia. Se le reconoce a los centros escolares una
especialidad organizativa propia un
micro cultura, y se ve la enseñanza como una práctica construida socialmente
con unos significados, rituales, patrones de acción, etc., que configuran la
vida del centro escolar.
Esta cultura está constituida por representaciones,
expectativas, tradiciones y simbologías propias, roles, códigos de conducta,
normas y patrones de acción, en cuyo seno podemos distinguir a veces
subculturas profesionales específicas, con perspectivas e intereses
enfrentados.
La cultura
escolar aparece con una doble faz: como
aglutinador e integrador de la vida cotidiana de los miembros de una
institución y, al tiempo, con diferencias y conflictos entre grupos. Comprender
entonces el proceso de cambio curricular es entrar en el análisis de cómo los
patrones de las culturas profesionales en la enseñanza interaccionan con las
propuestas de reforma, desde el punto de vista de los participantes y su
estructura organizativa ocupacional.
Es obvio, que los cambios dependen del grado de la
cultura escolar existente. Una cierta desconfianza en el instrumento técnico de
la política curricular para cambiar la enseñanza, unida a una revitalización
del papel del profesorado como agente de desarrollo curricular, nos ha abocado
a considerar el desarrollo organizativo interno de los centros escolares como
una de las claves de la mejora escolar. Para que los proyectos innovadores no
caigan en el vacío será esencial conocer el grado de cultura escolar, como
caldo de cultivo para su desarrollo. Superando un enfoque individualista de la
innovación, pero acentuando la dimensión de la cultura ocupacional escolar, se
plantea cómo incidir en la internalización de significados de lo que debe ser
la acción escolar y de orquestar condiciones favorables a la nueva cultura de
la innovación.
F.
La Cultura Organizativa de los Centros Escolares
Desde la antropología cultural se ha entendido la
cultura como un conjunto de normas, reglas o patrones que configuran un modo de
vida propio (relación cultura/personalidad); Entonces podemos entender la
cultura escolar como el conjunto de expectativas compartidas sobre lo que es y
debe ser la acción diaria en el centro. Hay un conjunto de normas, creencias y
valores, que constituyen el marco interpretativo de referencia e identidad
(símbolos y significados) del centro; siendo aprendidos (social o culturalmente
de profesores principiantes y alumnos) y/o compartido por el grupo.
La cultura
escolar provee así a sus miembros de un enfoque de referencia para interpretar
los eventos y conductas, y para actuar de modo apropiado y aceptable a la
situación. Desde esta visión, los centros escolares responden a los cambios
planificados externamente según lo que la propia cultura considera que es
bueno.
Un cambio que viola estos patrones culturales genera
resistencia y oposición y genera con cada cambio una cultura o subculturas.
El impacto que
puedan tener determinadas innovaciones en la cultura de un centro escolar,
frente a otros enfoques técnico-formales, reside en el aspecto de significados
simbólicos, esquemas interpretativos y pautas de acción cotidiana, que comparten
los miembros como objetivos del cambio organizativo. Si el enfoque cultural de
un determinado centro escolar es el adecuado y actualizado en la medida de la
organización escolar esta funcionara adecuadamente.
G. Culturas y Subculturas Profesionales
La cultura se
configura así como factor mediador entre los componentes estructurales e
individual/grupal. Podemos hablar de la cultura dominante de una organización
en cuanto sus valores básicos son compartidos por la mayoría de los miembros;
al tiempo que las subculturas, de grupos (profesores, alumnos, directivos) o en
el interior de éstos (la cultura de los profesores de secundaria de los de Primaria).
Desde una
lógica de eficacia, cuando estas subculturas predominan, no existiendo más que
una pequeña zona de intersección común, el centro no tiene un plan común de
actuación. Así, en el interior de un centro de Enseñanza Secundaria los
seminarios/departamentos (Inglés, Matemáticas, etc.) suelen configurar
subculturas distintivas específicas de las disciplinas académicas. Las
divisiones en especialidades y asignaturas generan también diferentes comunidades de profesores que las imparten,
con su propia cultura profesional. De este modo, los valores y creencias
compartidas pueden representar una forma de la cultura de los profesores, pero
de hecho hay otras formas.
Las relaciones de trabajo que los profesores tienen
con sus colegas dentro y fuera de la escuela. Esta forma de la cultura
organizativa de los profesores puede ser más importante que el propio contenido.
Una descripción monocromática de dos tipos opuestos de cultura de los
profesores en los centros escolares se ha hecho familiar
en los últimos años: una cultura predominante en la
enseñanza de aislamiento, individualismo y vida privada, etc., frente a la
imagen emergente de una cultura común
de la colaboración, caracterizada por normas de
colegialidad, donde los profesores se ayudan y apoyan unos a otros de modo
habitual, comparten fines y objetivos, etc.
Cambios en contenidos, actitudes y creencias de los
profesores pueden dar lugar a cambios en la forma de la cultura de los
profesores y en las relaciones de trabajo con sus colegas; y es en las formas
de la cultura docente como se reproducen, reconocen y redefinen los contenidos
de esa cultura. Por su parte, la forma de la cultura escolar de los
profesores puede tener significativas implicaciones
para el cambio educativo, en la medida en que puede frustrar
o hacer que se lleven con éxito unos compromisos
compartidos.
Las prácticas docentes, generadas históricamente y
compartidas en los contextos organizativos de los centros, forman una cultura
ocupacional, con unas interacciones, modos de ver y actuar específicos. Los
procesos de
socialización y el ejercicio de la profesión en cada
comunidad laboral (centro/zona, etapa/ciclo educativo, área/materia,
hombres/mujeres, etc.) generan formas de ver y actuar que suelen configurar una
determinada cultura
profesional, asociada normalmente a una estructura
laboral/ocupacional. Podemos entender las culturas profesionales de la
enseñanza como los supuestos, cuerpos de conocimientos y creencias
compartidas/vigentes, así como
las formas de relación y articulación en el contexto
organizativo y laboral de los centros.
La cultura organizativo-profesional se sustenta,
aparte del propio proceso de socialización profesional, en las estructuras
ocupacionales de trabajo y en las formas de relación entre los agentes.
Cambiar, entonces, la cultura profesional es promover la emergencia de nuevos
roles y patrones de relaciones entre los profesores, rediseñando los entornos
laborales, las estructuras organizativas y los modos de pensar y hacer la
enseñanza.
La cultura del ejercicio de la profesión docente ha
sido caracterizada, desde los primeros análisis sociológicos, de individualista
y privada, impuesta por los tradicionales espacios celulares aislados (cultura
del individualismo), donde hay zonas acotadas para cada ámbito de decisión
(zonas altamente especificadas y, a la vez, ámbitos
autónomos), con pocas posibilidades de compartir
recursos e ideas, de observación mutua y de intercambiar experiencias sobre la
práctica docente.
La estructura celular del trabajo escolar y la propia
socialización profesional suele enseñar que no se deben comentar los problemas
internos del aula con los colegas, y sería muestra de incompetencia solicitar
ayuda o consejos de ellos.
La cultura del individualismo impide el desarrollo
profesional, al limitar el compartir experiencias y conocimientos; pero no hay
que confundirla con tener autonomía profesional o individualidad, ni
convertirla en una especie de herejía. La individualidad suele ser un requisito
necesario en determinados momentos para el trabajo docente, y no se opone a una
colaboración y trabajo conjunto.
En la forma balcanizada de cultura de los profesores,
más frecuente en los centros de Secundaria (por su propia estructura
organizativa departamental, especialización y socialización de su profesorado),
el trabajo tiene lugar en pequeños grupos aislados, muchas veces enfrentados
entre sí, no como colegas en un trabajo con visión de conjunto, con
consecuencias negativas para el aprendizaje de los alumnos y de los propios
profesores.
No obstante, a veces, es una forma de fomentar una
identidad profesional propia y un conocimiento base y
artesanal específico de la enseñanza de una materia.
En su forma típica o ideal, las culturas balcanizadas en la
enseñanza suelen presentar, una baja permeabilidad,
una permanencia de esta situación de subgrupos aislados, un carácter de
identificación personal, y las divisiones suelen expresar un carácter político
(diferencias de poder e intereses entre unos grupos y otros).
La escolaridad artificial, o impuesta
administrativamente supone en la práctica un funcionamiento individualista,
pero por presión administrativa externa, se fuerza a trabajar en equipos con
reuniones conjuntas; en muchos casos como recurso instrumental para adaptar
determinadas innovaciones o estrategias prefijadas desde fuera. Puede ser un
sustituto técnico que imposibilite llegar a una cultura de colaboración, al
ignorar la cultura real (la que se vive cotidianamente) de la enseñanza. Cabe
pensar, si algunas llamadas institucionales a trabajar conjuntamente en equipo,
que recorren últimamente el mundo educativo occidental (incluido el nuestro),
no sean sino una forma de colaboración artificial o forzada. No basta tener
reuniones conjuntas y esporádicas, para gestionar y
resolver asuntos burocráticos (por ejemplo, para hacer las
programaciones o proyectos curriculares); una cultura de colaboración implica
que estas relaciones afecten al contenido mismo de lo que se trabaja y al grado
en que los miembros se sienten
implicados en el proceso.
H. Reestructuración del Trabajo Escolar
En los últimos tiempos nos hemos abocado a considerar
la cultura del aislamiento, y las relaciones burocráticas, como uno de los más
graves obstáculos para el cambio educativo. potenciar la cooperación, trabajo
conjunto e interdependencia entre los profesores se consideran vías
prometedoras para el desarrollo de una nueva cultura profesional.
Este compromiso, como patrón organizativo de un
centro, se expresa en un trabajo en colaboración y equipo, más que jerárquico y
aislado, y en unos marcos estructurales de relaciones que posibiliten la
autonomía profesional junto a la integración de los miembros en la
organización. Dicho compromiso sustenta el trabajo diario y la agenda común de
actividades, provee de un conjunto de valores compartidos y favorece la
integración de los profesores por las relaciones con sus colegas y alumnos, más
allá del espacio privado del aula.
De
acuerdo con el conocimiento actualmente disponible, la generación de un
compromiso organizativo no es fruto de cambios sólo estructurales ni un asunto
de voluntad individual, es resultado de un largo proceso en que llegan a formar
parte de la cultura organizativa del centro para convertirlo en el lugar donde
se analiza, discute y decide, conjuntamente, sobre lo que pasa y lo que se
quiere lograr.
Muy bien¡¡¡¡
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